Fabada asturiana, plato calentito que llega el frío
octubre 28, 2013
Ya se ha cambiado la hora, la noche llega antes y empiezan a bajar las temperaturas. Sí. El invierno se acerca, o como se diría en HBO: "Winter is coming" (momento freak al canto). En estos días lo que mejor entra es un plato calentito, de los que te reconfortan entero. ¡Qué mejor que una buena fabada asturiana!
El secreto de una buena fabada asturiana es muy sencillo. Se llama paciencia. Sí. No se necesitan grandes dotes culinarias, pero sí mucha paciencia y ganas de que te salga perfecta porque es un plato que requiere mucho tiempo. Pero merece la pena, porque nunca falla.
Además, se necesitan ingredientes de calidad. No vale comprar la primera morcilla o el chorizo más barato del supermercado. No. Si queremos sorprender a alguien y conseguir que disfrute con nuestra fabada, los ingredientes tienen que ser de primerísima calidad. Lo ideal es apostar por productos asturianos (que conste que soy navarro, no asturiano, y no me pagan por la publi regional), los más apropiados para este plato.
Las fabes son también muy importantes. No podemos utilizar alubias convencionales. Debemos buscar algún establecimiento donde las vendan a granel y sepamos que son de buena calidad. Cada vez es más fácil encontrarlas así que no os preocupéis.
Como os decía, la paciencia es muy importante si no queremos encontrarnos con unas alubias poco hachas, duras... sin adquirir ese toque mantecado tan característico de la fabada asturiana.
Y para darle el toque final: servirla en platos de barro. Conseguiremos sorprender a los comensales desde antes de que metan la cuchara en nuestro plato. Recordad siempre que primero comemos por los ojos y es muy importante cuidar la estética de los platos. Cuencos de barro son la opción perfecta para culminar con éxito la elaboración de este plato que seguro que os encanta.
- La noche anterior ponemos las fabes a remojo en abundante agua fría.
- Ponemos también la panceta en otro recipiente lleno de agua si esta está sin desalar.
- Limpiamos la cebolla. No la cortamos.
- En una cazuela calentamos el aceite de oliva. Cuando esté caliente, marcamos las carnes durante unos minutos.
- Agregamos la cebolla y los dos ajos, con piel.
- Escurrimos las fabes y las añadimos. Cubrimos todo con agua fría y llevamos a ebullición.
- Ahora toca asustar las fabes. Para ello, añadimos un poco de agua fría. Cuando hierva de nuevo repetimos este paso. Lo hacemos durante cuatro o cinco veces.
- Cuando vuelva a hervir después de haberlas asustado, bajamos el fuego, pero hay que intentar que el agua permanezca burbujeando.
- Hay que mover la cazuela constantemente. Intentad no pasar la cuchara de palo o se romperán las alubias. Si lo hacéis, hacedlo con mucho cuidado. Debemos mover la cazuela para que las alubias suelten la fécula y conseguir que el caldo vaya espesando poco a poco.
- Mantenemos durante una hora y media o dos horas, vamos probando y viendo si las alubias están en su punto de cocción perfecto.
- Retiramos la cebolla, los dientes de ajo y parte del caldo. Partimos la cebolla por la mitad y batimos una de las mitades junto con el caldo y los ajos. Batimos bien para que no haya ningún tropezón desagradable.
- Añadimos la mezcla a la cazuela y meneamos bien para que se integre todo perfectamente.
- Cocemos hasta que las fabes adquieran la ternura perfecta.
- Añadimos las carnes, sin trocear, y cocemos durante unos minutos todo junto. Meneamos la cacerola para que las carnes aporten su punto de sabor.
- Servimos caliente.
¡A disfrutar!
- Debemos comprobar el punto de sal en todo momento y rectificar si es necesario.
- Cuidado con los movimientos de la cacerola o romperemos las alubias. Debemos hacerlo con mucho cuidado.
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